Desengañémonos.
Ya no hay amor,
ni cariño,
ni ilusión...
En este juego,
nuestros sentimientos
son un tablero
sobre la mesa
y, en su izquierda,
como fichas,
nadando entre la desdicha,
nuestros corazones,
avanzando a trompicones,
y gana el número
más alto
que el azar
puso en los dados,
y, el único motivo
para querer continuar
es competir con la
persona a la que
(nos engañamos)
pretendemos amar.
¡No!
Nuestros sentimientos
no son un juego,
porque son de fuego.
¡No!
Simples fichas
no son nuestros corazones,
porque bombean pasiones.
¡No!
No quiero sacar ´
el número más alto, al azar,
en los dados.
¡No!
Las guerras no se
hacen con aquellos
a quienes amamos.
Para mí,
vivir,
no es competir,
sino compartir
y ser feliz;
no tenemos
que probarnos,
sino completarnos.
¡No!
He comprendido,
no quiero seguir jugando,
me retiro.
He ganado.
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