El ansia de libertad
no se entorpece
en un pálido rostro invernal.
Estoy abrazada a la inquietud,
sobre la que espolvoreo dosis
de tenacidad, raciocinio y valor.
Mi fiera interna
arrancó sus gruesas cadenas
y el mañana sigue colgado de la incertidumbre.
Entre tanto trasiego,
ha sido inevitable
el recuerdo de tu ausencia,
cuando camino entre las voces de la gente
y me sumerjo en sus miradas autómatas,
no te hallo.
Quizás nunca estuviste,
y tu sonrisa no porte
la paz de mis anhelos.
Si volvieras a rozarme,
sosegaría tanta tempestad,
callaría todos mis gritos,
por uno sólo de tus besos.
Amaina la tormenta,
las cataratas translúcidas
pueblan mis pestañas,
en los charcos: tu rostro sonriente.
Igual que la última vez
que atravesé tus pupilas.
Los últimos dos versos sublimes
ResponderEliminarMe encanta leerte de nuevo :-)
Soy tortu, por cierto
ResponderEliminarVaya, Angels, qué alegría leerte después de tanto ;-) muchísimas gracias!!
ResponderEliminarUn besote. _
a veces me cuesta creerme que sea mi hermanita la que escribe estas cosas... casi siempre, más bien
ResponderEliminarJo, hermanazo, acabas de emocionarme un montón, como casi siempre que aparecer por aquí :-). En verdad hago copia y pega.
ResponderEliminar¡¡¡El blog vuelve a actuar!!!
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