Qué poco importa
entre la atmósfera de tu sábana.
A ti, la luna no supo iluminarte;
a mí, el sol no pudo abrasarme,
olvidando que los astros brillan
espléndidos e independientes,
olvidando que las constelaciones calientan,
energética lumbre de Zeus.
Tú, el Carro de Santiago,
yo, la Osa Mayor.
Iluminados, iluminándonos
sobre lo infinito del universo,
bajo lo limítrofe de tu colchón;
mientras la lluvia de meteoritos
electrocuta toda terminación nerviosa,
un agujero negro
absorve toda cúspide
y el padre astral
explosiona
en el satélite terrestre.
Y las brasas solares
y las sombras lunares...
¡Qué poco importan
entre la atmósfera de tu sábana!
Hola:
ResponderEliminarCreo que me voy a tener que acostumbrar a leerte con un alto nivel de atención. Este relato tiene un verdadero plus, una exquisites terrible.
Me encantó. Te felicito.
Un beso.
Genial, querida. Me quitarás el puesto de redactora erótica xD
ResponderEliminarjoder, millones de gracias a los dos!
ResponderEliminarpd:Sharona, a ti nadie te gana... qué cachonda me pusiste por tlf, jejejeje