Rompen, en nombre de "su Señor",
las venas de la inocencia.
En su casa sagrada,
promueven la moral,
cohíben la blasfemia,
transforman los placeres en pecados,
claman la bondad, la paz,
la esperanza...
Mientras, sus corderos feligreses,
creen sus voces, escuchan
con los sentidos en estado inconsciente,
tapiados, bloqueados,
atención exclusiva para
el embuste sacerdotal,
depositando, a su vez, buena parte
de sus ingresos, cada domingo
en los cepillos
extendidos por los pueriles monaguillos.
Cesto de la castidad lleno y,
tras las santas figuras,
el falo de la falacia
rompe, en nombre de "su Señor",
la vena de la inocencia
al pueril monaguillo.
Joooder...
ResponderEliminar''Dejad que los niños se acerquen a mí''
jajajajaja muy burro, sí!!!
ResponderEliminarPero no has dicho ninguna mentira... que es lo triste ;)
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