Vengo al coto,
a contemplaros
aquí donde el humano
descarga su rabia y su odio,
penetrando vuestra inocencia,
menospreciando vuestra belleza.
Apacigua el graznido
la tempestad de esta sierra,
derrite el corzo
la palidez más gélida,
y el pez se zambulle
bajo las aguas frías, como muertas.
Vivís, ignorantes,
entre la paz y la libertad
del valle Alegría
y viene el arma del homo-sapiens
y se os lleva como trofeo, ya inertes
y lo llaman sabiduría.
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