miércoles, 23 de febrero de 2011

Transformando las rutinas

La rutina
se limita a una suma de momentos
banales y efímeros,
momentos
que producen sentimientos
de vacío, superficie. Por contra,
cada momento se compone
de ingentes partículas:
cada voz, cada mirada,
cada sonrisa, cada gesto,
cada olor, cada detalle...
partículas,
disociadas por la eternidad
de nuestra mente
que transforman cada instante
en un vuelo íntimo,
transformando
la banalidad de lo efímero
en la intensidad de lo infinito,
navegar por parajes cerebrales
hasta alcanzar rincones recónditos,
contemplando la inmensa profundidad
del alma.
Mientras la inercia fluye,
esos momentos, sus partículas,
nuestra mente y su alma,
ejercen introspecciones
que vagan por lo perenne
de nuestro cuerpo caduco.


Pd: modos de transformar el plastante tedio de todos en las maravillas de cada uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario