Es tarde,
parece más.
Ignoro
si por la lluvia de cada día,
el anochecer temprano,
las ocho horas de diferencia
o tu lejanía.
Cuando salgo a explorar,
procuro olvidar
las ganas
de que tus ojos vean
los lagos de los míos.
Voy aprendiendo a deleitarme,
con un Atlántico de por medio
y alejada de tus besos.
Después de todo,
me encamino a alcanzar un sueño.
Y sé
que allá,
en el paralelo
en que tu presencia se sitúa,
tu cabeza me piensa.
Y sé
que en el meridiano
donde mis pies se posan,
mi nostalgia te recuerda.
Quería agradecerte,
tu amor sin condiciones,
que me empuja
y da fuerza.
Y, aunque anhelo,
tocarte, besarte, abrazarte
me sobran sonrisas y miradas
por entregarte.