domingo, 31 de octubre de 2010

Cayó la noche

Otra noche en Malasaña,
esperando la guadaña
del amanecer tardío,
hoy no hace frío
y tampoco hallamos el calor,
tan sólo el vacío
de otro colocón...
Las voces pasan fugaces,
la música parece
producto de la imaginación
y nosotros, charlando,
soñando,
cómo vivir en la luna...
Es duro, que, en dos horas
el sol nos traslade
a la realidad
y, cuando abramos
los ojos
sepamos que ya nada
queda por soñar
y que la única verdad
la marquen nuestros pies,
al caminar.

viernes, 29 de octubre de 2010

Fuga de ideas

Fuga de ideas,
que sólo sirven
de algo
cuando el papel
las recuerda.
Ideas,
que se
escapan, a todas
horas,
ideas,
que me
están volviendo
loca.
Por eso escribo,
es el único
modo
de trasladar
el delirio.
Ahora, las
plasmo en papel
y mi locura
le cede el paso
a la cordura.

Es sólo una enagenación

Quisiera borrar tu mirada
azul
de mis entrañass
y no ver tu pelo
rubio
coloreando las pajas
y que los rayos
del sol
no me recordasen
cómo es
de bonita tu alma.
Quisiera que
dejases de ser
el ladrón de
mis sueños,
el patrón
que cortó
todos los telares
de mi universo.
Porque es absurdo,
porque no existes,
porque eres sólo
una sobrestimación
que mi enagenación
creó...
Y desde entonces,
todos mis telares
los corta el mismo
patrón
y todos mis sueños
los roba el mismo
ladrón.
¡Joder!
Quería olvidar
tu mirada
y no puedo,
porque veo su
reflejo
cuando me miro
en el espejo.

jueves, 28 de octubre de 2010

Barrotes en tus ojos

No es la primera vez
que te vomito
el corazón sobre papel.
Pero sí la primera vez
que lo verán tus ojos
y escucharán tus oídos...

A penas estábamos
abandonando la infancia
cuando tus primeros raps
(cargados de tus recientemente
adquiridas ideologías)
y mis cursis e infantiles
poemas de desamor
marcaban nuestras evasiones
a la realidad,
mientras contemplábamos,
en los cerros de Quijorna,
a las estrellas
y nuestras ansias
de volar hasta ellas
y Gaby, peinando sus cejas.
Luego, unos inocentes
rituales sátanicos
de los cuatro magos
curaban los quebrantos.

Cocaína y sus amigas
aparecieron en tu
vida
y complicadas circunstancias
en la mía,
eclipsando nuestro
corazón pueril
a nuestra cabeza, loca,
por vivir.
Se estancó mi vuelo
y el tuyo cayó en picado...

Te invadió un extraño odio
hacia ti mismo
que te condujo al abismo
de aquellas cuatro paredes
(el correccional)
donde mis cartas
no eran suficientes...
Y, muy aleccionado,
saliste de aquel lugar,
pero seguías enjaulado,
en recovecos de tu personalidad.

Varios tumbos, unos bandazos

y tu cuerpecillo delgado,
otra vez, encerrado
y pesos de plomo
en mi conciencia,
por no tener fuerzas
de hacer un hueco
para llegar hasta Meco
a mirar las sombras
que, en tus ojos verdes,
proyectaban las rejas
de aquella, tu celda.
Y un dolor en el pecho
cuando, en el peor
de mis momentos,
preguntaba una voz conocida:
"¿Qué sabes de Christian?"
y mis hombros sólo se encogian.
Y lágrimas de mis ojos
a tu camiseta
cuando, al fin, apareciste,
por sorpresa.

Últimos tumbos,
últimos bandazos,
últimos abrazos...

Y ahora nos hallamos,
tú allí (en Madrid),
yo aquí (donde siempre),
contemplando al presente,
como dos supervivientes
de nosotros mismos
y de nuestra hipersensiblidad
hacia/con la gente.
Tú, con más mérito,
saliste de entre los cartones,
a mí nadie
me robó mis algodones.
Y un repaso a lo pasado
nos muestra que ya está superado.

Ahora sólo espero que,
a pesar de los pesares
y de nuestros abismos
espacio-temporales,
cuando busques
en diccionarios y enciclopedias
una definición de amistad,
sea mi nombre el que marque
el punto final.

Y que un brillo en tus ojos
simbolice que tu libertad
ya no es condicional.

Ahora me alimento de mis adentros

He bebido de la
sangre
que emanban
los corazones
que bailaban
a mi alrededor,
he dado mordiscos
flatulentos
a las entrañas
que me arropaban
y, tras perder
mi tiempo,
encontrar abrigos,
pasar frío
y llenar mis
intestinos,
aprendí
que ya era
suficiente,
que de nada
serviría probar
el sabor de lo
ajeno
con un alma
insípida
y, cuando
me dolió,
se condimentó,
despegó sus alas
y, en el vuelo,
encontró
la cura de sus
duelos
y la disposición
y la exposición
y la pérdida
del miedo
a amar,
y sentirlo de verdad.
Ahora ya no
plasmo a nadie
con la punta
de mi boli
y mi único afán
es conocerme
más y más,
una vereda
hacia la felicidad.
El único modo
de poder
amar.

martes, 26 de octubre de 2010

Comprender antes de odiar

Es irónico que a ti,
quien consideraba
el ser más
deleznable del planeta,
mi peor enemiga,
la más sucia persona
que se ha cruzado
en mi vida...
Es irónico
que sea tu figura
la que me haya
enseñado a
quedarme en paz
conmigo, a racionalizar
al odio.
Han pasado muchos
años, y, sin embargo,
en mi cabeza,
es hoy que el destino
se pone de tu lado,
al comprender
que estabas enferma.
Curiosamente,
mi camino,
se cruzó con la
horma de tu zapato
y, extrañamente,
he asumido
al único ser
que ayer
había odiado.
Hoy, desde aquí,
y a pesar de los pesares,
te pido perdón,
por no comprender,
hace años,
tu fata de educación,
de respeto
y de compasión,
por odiarte
antes de estudiarte.
Me alegra saber
que eras sólo una
enfermita,
dado que perdía
esperanzas de todo
al mirar tu carita
y preguntarme:
¿cómo puede habitar
en la tierra gente tan
podrida?
Ahora, puedo pensar
en ti, con cierta
compasión,
aunque sigas siendo
sólo una zorra
(hay cosas que no cambian),
pero ya, ni mucho
menos, te deseo
lo peor,
eso sí, cuando actúes:
¡Lejos de aquí, por favor!

lunes, 25 de octubre de 2010

Pasa la pelota

Va botando una pelota,
va botando sin igual
y se cuela en el congreso
y salta el presidente:
"¡Qué agobio, qué mala suerte!"
Y proponen los ministros:
"No se preocupe, señor mío,
la camuflamos entre el pueblo
y que busque su camino"
Una ligera patada
y le llega la pelota
a la clase alta.
Y suelta el ricachón:
"¡Uys! ¿Qué es esto?
¡Menudo pelotón!
¡Quita, quita!
Por algo están mis empleados"
Puñetazo y le llega al proletariado.
Y dicen los obreros:
"¡Qué marrón, ahora todos al paro!"
Y, de fondo, salta un anciano:
"¡Esto no pasó con Franco!
¿Para qué queréis los sindicatos?"
Y coge el proletario la pelota
y se la pasa al movimiento sindical.
Y estos comentan:
"¡Ala!, menudo mogollón,
¿y a esto le llaman libertad?"
Y llegan con la pelota
a la puerta de una facultad.
Y se revuelven los jóvenes:
"¡Al poder el pueblo
ha de llegar!"
Se columpian cuatro días,
se fuman un porrillo
y se sientan en el pasillo.
Y la pelota, solita,
comienza a rodar.
Y la abuela en el salón:
"Anda, hijo, enciende el televisor"
Y gritan las madres:
"¡Por favor, mis hijos se mueren de hambre!"
Y los mozos de instituto:
"¡A mí no me rayes, puto!"
Y aparece en escena,
nada menos que la iglesia.
Y aclama:
"¡Por Dios, por Cristo, por España!
 Y vuelve la pelota
a su punto de partida,
y se cuela en el congreso.
E indecisos, gritan los políticos:
"¡Uf! Por qué poco no perdimos el poder"
Ocupan sus escaños
y comienzan a comer.

domingo, 24 de octubre de 2010

Suicidio natural

He salido a la calle,
a observar,
a mirar a la gente,
a integrarme
en el ambiente.
Hoy he sabido
que el ser humano,
en general,
posee un gran vacío,
sólo piensa en trepar,
en querer ser mejor
que los demás
y sus intentos,
y su absurda búsqueda
de la autosatisfacción,
suelen ser erróneos...
¿Para qué tanto consumismo?
¿Para qué las noches de embriaguez?
¿Para qué besar al aire?
Si al final, mañana,
te vas a sentir igual,
¿a quién engañas?
El único vacío
es el de tu alma.
Es absurdo
que echemos
pelotas fuera,
es pésimo
que seamos
puros actores sociales,
que exacerbemos
nuestros sentimientos,
y nos contemos un cuento,
más tarde un mordisco
en la conciencia,
comienza a sumergirnos...
cuando nos analizamos
y sabemos que sólo
nos engañábamos.
Y yo, que quisiera
ir a contracorriente,
me siento impotente,
cuando veo que eso
me convierte
en una inadaptada
y al final, como una más,
malograda, renuncio a
mi esfuerzo,
me dejo llevar
al fin y al cabo, soy humana,
necesito a los demás.
Suerte que me enseñaron
(y aprendí) a adorarme,
a ser fuerte,
de modo que mi lucha
interior
me motiva
a continuar
a creer en lo que nadie
realmente cree:
que nuestro cambio llegará.
Ojalá estuviéramos
todos dispuestos
a auto-conocernos-escucharnos-cuidarnos
ojalá tuvieramos
tales herramientas...
y que el amor propio
contribuyese a mejorar
nuestro yo-social.
¿No cambiaría absolutamente
de color nuestro mundo?

Es una lástima
que la naturaleza,
nuestra madre de origen,
nos regalase un cerebro...
¿Acaso se quería suicidar?
Tal vez sólo emulamos lo que
ella nos enseñó:
El camino hacia la autodestrucción,
el suicidio natural.

viernes, 22 de octubre de 2010

Corazón de piedra pómez

He descubierto mi
infinita locura,
para saber que es ella
quien encauza mi cordura.
Soy una presa
de mí misma,
en libertad con los demás.
He aprendido a comprender,
antes de odiar.
Los gusanos de mi estómago
me invitan a luchar
con mi yo más vago.
Probablemente nací
salvaje,
en una sociedad
ya edificada.
No te niego
que mi deseo
es perderme en
la vivacidad de la naturaleza,
que me regala fortaleza.
En cambio, es a ti,
sociedad putrefacta,
a quien conozco,
por eso, me quedo
a tu lado,
por eso te amo,
porque confío en el cambio;
huír es de cobardes.
También, he de decir,
tengo
mucho a lo que aferrarme:
mil miradas,
que me saben viva,
quinientas bocas,
que me hipnotizan,
mil oídos
que me escuchan,
millones de caricias,
que me embriagan.
Y es por ellos,
sociedad amada,
que hoy me quedo
entre tus brazos,
dejando crecer
mis alas,
para así volar mañana.
Mientras tanto...
GRACIAS,
amigos, hermanos,
padres, líos...
por dejarme beber,
a sorbos, vuestra razón,
por dejarme comeros
un trozo de corazón.
GRACIAS,
amigos, hermanos,
padres, líos...
por ayudarme a ser
lo que hoy he sido:
un corazón de piedra pómez,
que calienta, que araña.
que es dura y es blanda,
que nace del calor
y se da forma en frío,
que jamás rechaza
el abrigo.
Tan de todos,
tan de nadie,
es así como vivo.
¡Qué ironía!
Por ser feliz... estoy loca...

Cocaína

Cuatro alegres jóvenes,
sentadas en corro,
mantienen una conversación
banal o no,
con los sentimientos
desgastados
o a flor de piel,
da igual.
Cuatro alegres jóvenes
se las pintan sobre
la cartera,
una por mollera.
Con serenidad y sosiego,
aún.
Comentan el ambiente
nocturno, sus ganas
de desbocarse,
las bocas por morder,
su falsa libertad...
¡tiro pa dentro!
Se levantan del suelo,
se aproximan al murmullo
y las pierdo
entre el ruido
del concierto...

Cuatro mujeres,
casi inertes,
se aíslan,
por separado esta vez,
en la habitación.
Se las pintan sobre la mesa
cuatro por sesera.
Con impaciencia y tembleque,
aún.
¡Tiros pa dentro!
Después, con desgana,
se desvanecen en el colchón;
ya no comentan nada;
solas y despojadas
el polvo sesgó sus almas...