lunes, 31 de enero de 2011

Grises y sombríos

Bajo el cielo vespertino,
gotas de lluvia
resbalan sobre mis carrillos,
o, tal vez,
fueran unas lágrimas furtivas,
de origen desconocido. Siento
una fuerte presión
en el pecho,
una extraña compresión
en el estómago,
tristeza e impotencia. Últimamente,
numerosos entes se escapan
a mi entendimiento,
múltiples ideas fluyen,
sin rumbo fijo, terminando
por colmarme en frustración. Ignoro
qué me sucede,
quizás sólo esté magnificando
irrelevancias,
sin embargo, reclamo
luz y color
para estas grises y sombrías abstracciones,
sinónimas de nada.

miércoles, 26 de enero de 2011

Ideales en vano

Indigna por ineptitud,
querer y no poder,
sólidos ideales en el psique,
a buen recaudo se conservan,
descolocados, atormentando,
llueven,
como indómitas tormentas de verano, llueven
y continúan
en su desasosiego,
invadiendo
mis ramificaciones cerebrales,
tan falsos, tan flojos,
tan desordenados, tan callados,
tan llenos de nada, al fin y al cabo;
disfrazados de ímpetu,
los muy cobardes y no salen a la luz;
manipulando la química,
bajo la incautividad de la ignorancia sobre leyes físicas.
Encharcaron mis neuronas,
pero mi voluntad prosigue matándome de sed.

sábado, 15 de enero de 2011

Agradecida con la vida

Sentirme tan viva,
se convirtió, al fin,
en una promesa cumplida.

Mi sombra,
es hoy mi mejor amiga.

Mi gente,
me acaricia entre sonrisas.

Mi familia,
aunque complicada, se encamina.

Me expandiré en contaros
las andanzas que me surcaron,
a través de todas las personas
que mis vacíos llenaron.

Tengo millones de motivos
por los que estar agradecida;
en primer lugar, a mí misma,
por no saber naufragar,
convertí las tempestades
en brisas de la mar.

Seguiré con mis creadores:
A mi madre,
por enseñarme a ser fuerte, a valorarme,
a desenredar todos los alambres,
a saber extraer la miel de todos los enjambres.
A mi padre,
por depositar esperanzas en mí,
por exigirme, por imponerme
y hacerme creer
que el sufrimiento
no es un motivo suficiente para caer.

A mis hermanos,
de ellos aprendí a soñar,
me inculcaron la ilusión de querer volar,
con ellos he compartido
risas, dolores, llantos,
conversaciones, cultura, calor,
experiencia, consejo y entusiasmo;
las ideaciones de un héroe,
los desvaríos del cantautor,
instantes y horas de chimenea,
preguntas que nadie llena,
inquietudes que nunca frenan.

A Etna,
un volcán en erupción,
cuya lava nos iluminó
en el momento más preciso.

A Claudia,
cuya armoniosa adolescencia
ha sabido conservar la esencia
de lo que un día fuimos.

A los Boeta-Tejera y a la yaya,
la familia extensiva que mejor nos guarda.

A los Peira-Aparicio,
aunque estemos algo distanciados.

A  todos mis perros,
por escucharme en silencio.

A la naturaleza,
por permitir que me perdiera en ella.

Y, por supuesto,
a mis amigos,
los de hoy y los de siempre:

Mención especial
a Weiris, Krais y Cheiny,
mis insustituíbles lujuriosas,
la amistad más sólida,
creada en el fervor de la adolescencia,
infinitas batallas junto a ellas,
olvidarme del teléfono
sin que me guarden rencor,
como ellas, nadie sabe quién soy yo.

Ahondando y ahuecando,
encuentro profundos agujeros
que, a su modo,
sólo completan Gaby y Christian.
En plena edad del pavo,
aprendimos los tres juntos
el verdadero valor de la amistad.
De ellos, lo que más aprecio
es su evolución,
observar catatónica ´
cómo su mente, para bien,
se transforma.
Pueden pasar meses sin vernos,
a penas sin llamarnos,
pero siempre me tuvieron a su lado.
Él es mi orgullo,
ella es mi esperanza.

A Fabio, Rocío y las Paulas,
amistades que me acompañan
desde la más tierna infancia.

A Hagrid y a Nezo,
los dos locos más tiernos.

A David,
mi puente hacia la independencia.

A Inés,
la flor que esconde ingentes cantidades
de néctar en su corola.

A Amparol,
la figura que me enseñó
lo que son la paz y el amor.

A Ody,
en su desparrame,
es perseverante en conservarme.

A Laura,
que manda a misa mis palabras.

A Lorena,
que deposita en mí su confianza.

A Sharona,
que el apoyo mutuo,
ha solidificado nuestros ideales.

Al Murcia,
en la lejanía,
me conectó a la desconexión.

A las chicas de la universidad,
una hoguera encencida en el presente,
cuyo fuego transparente,
me enseñó a confiar, más que nunca, en la gente.

Al grupazo de Cantoblanco,
que me ha demostrado
la inexsistencia de obstáculos capaces
de desatar sus fuertes lazos.

(...)

No me olvido de los maestros de la vida,
cuyas enseñanzas se marcaron a fuego
en mi retentiva.

Seré agradecida, inclusive,
con quienes me hicieron daño,
caídas que me ayudaron a ser fuerte,
a saber que no tengo nada que perdonarme,
siempre fui un océano en calma y abierto,
quien no supo navegar,
amarrado está en su puerto.
Por comprenderos, de rencores carezco,
como persona crezco,
los aficionados a daños gratuítos,
muestran el fruto putrefacto de sus adentros.

Réquiem en memoria de los que ya no están,
consigo se llevaron mis lágrimas,
aflorando el recuerdo de aquello que jamás volverá.
(A mis abuelos)

Este es mi ancho sendero,
camino por él, despacio,
diviso, delante, su largo recorrido;
mi guía:
la libertad de estar junto a los ya mentados,
mi motivo:
saber conservarlos,
mi meta:
que vivir siga valiendo más que cualquier quebranto.