domingo, 16 de octubre de 2011

El amanecer testigo

De todos ellos,
desprecio el sabor
del último beso.
Cuando los amaneceres, sucesivamente
se vuelven testigos silenciosos
de mi ausente inocencia,
me abrazo a los placeres
que Afrodita me inculcó.
En estado semi-consciente
rozo sus bocas,
como únicas y exquisitas,
vivo nocturna,
sin la presencia mental
del mañana.
Me despojé de
las nostalgias
y
las añoranzas,
sin embargo,
a pesar de las lluvias,
todos mis acompañantes,
se refugian en algún rincón de mi memoria.
La experiencia, prosigue
su cauce y,
de todos ellos,
rechazo el sabor
del último beso.