jueves, 11 de agosto de 2011

Se rompe la falacia. Libertad.

Respiro bajo la cúpula
de smog gris
que envuelve a mi ciudad natal,
Madrid,
aplomada por las almas velocípedas
cuyas miradas olvidaron cruzarse,
bailando los tempos rápidos
de los pentagramas humanos
y las luces farrucas iluminan
sus rostros desfigurándose,
desconociendo los encantos
de los pequeños momentos,
fluctuamos veloces y a contratiempo.

Cae, de la noche a la mañana,
la falacia de lo inexistente.

Indignación,
frustración
e impotencia, florecen.

Las raíces de los árboles
apuntan hacia el cielo.

Descorcho la botella del sentimiento
y brindo con el apocalipsis.

Mujer pacífica y paciente,
contempla a viejas marionetas,
llenas de polvo,
recobrando vida,
despojadas ya de su conducta indiferente.

Penurias y desgracias,
desplome estructural,
y, por razones abstrusas,
diviso, a lo lejos, la libertad social.

4 comentarios:

  1. Me gusta como definís un momento. Ya me extrañaba que no aparecieras con algo genial. Tu poesía es atrapante, tiene belleza pura, las palabras se van arrinconando y de a poco se asoman hacia una "libertad social", hacia "tu" libertad social.
    Besos.

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  2. Muchísimas gracias, Pablo, de verdad tus comentarios nunca me dejan indiferente... Mis musas, a diferencia de las tuyas, se habían tomado unas vacaciones de verano, pero parece que van volviendo. Y eso espero que se asomen a la libertad social, mi libertad social es insuficiente, hace falta mucho más.

    Besos

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  3. Un día me explicas qué es eso de libertad social.

    ¿Una asignatura que no nos dieron en la carrera?

    tortuguilla

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  4. Jajajaja, algo así, deberíamos de pelear para que la incluyeran... Es una parte de la vida en la que por alguna extraña razón (abstrusa), todavía confío y creo que, en mayor o menor medida, llegará.

    Besitos

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