jueves, 28 de octubre de 2010

Ahora me alimento de mis adentros

He bebido de la
sangre
que emanban
los corazones
que bailaban
a mi alrededor,
he dado mordiscos
flatulentos
a las entrañas
que me arropaban
y, tras perder
mi tiempo,
encontrar abrigos,
pasar frío
y llenar mis
intestinos,
aprendí
que ya era
suficiente,
que de nada
serviría probar
el sabor de lo
ajeno
con un alma
insípida
y, cuando
me dolió,
se condimentó,
despegó sus alas
y, en el vuelo,
encontró
la cura de sus
duelos
y la disposición
y la exposición
y la pérdida
del miedo
a amar,
y sentirlo de verdad.
Ahora ya no
plasmo a nadie
con la punta
de mi boli
y mi único afán
es conocerme
más y más,
una vereda
hacia la felicidad.
El único modo
de poder
amar.

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