domingo, 6 de marzo de 2011

Corazones solitarios

Tu ira nocturna
ayudó, al fin,
a quebrar la tregua de mis lágrimas.
Te fuiste, hablé.
Pude ser capaz
de compartir mi llanto,
tal vez, buscaba un abrazo,
tal vez, por una vez, no quise ser sola
y mi realidad se sintió más sola que siempre,
un abismo invadido por cuatro silencios,
silencios que más que yo
gritaban, lloraban, desde dentro.
Me desgarré, por una vez
para hallar protección
y no, me hallé descarnada,
era inevitable,
libres de ser culpables,
su dolor, quizás,
era irrefrenable.
Pero al fin lloré
y, al callar,
miradas cómplices
compartieron el silencio.
No hubo abrazos,
no hubo palabras
mas la solidaridad
de nuestros corazones solitarios,
pudo percibirse invadiendo
el aire expirado por el silencio.

Ahora, cada uno de estos cinco,
girará sin ningún rumbo
en cada cama individual,
las almohadas absorben
tanto que callaron las almas;
yo, escribo
y el perro, nuestro perro,
lame mis mejillas de sabor a sal.

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