domingo, 14 de noviembre de 2010

La pérdida de tus dones

Te dieron el don de la vida
con belleza, gracia y simpatía
tenías familia
e incluso gente que te quería...
lástima, todo aquello
lo eclipsó tu tontería.

Y, cada vez con más frecuencia,
descendías a los infiernos,
vendiendo el néctar
más caro
de entre todos los sesos muertos;
con famosos o millonarios,
te encerrabas en los baños,
cerrabas los ojos,
apagabas tus sueños.
Cada vez más flaca,
cada vez más puta,
cada vez más barata,
perdiste todas tus virtudes
creyendo dominar magnitudes.
Y cada vez menos buena
y cada vez más fea.
¿Para qué tanta belleza?
¿Para qué tantas tetas?
Ya sólo se valora, y poco,
la miel de tu entrepierna
que, tu falsa astucia, vende
por líneas blancas
que atraviesan tu calavera.
Reina insaciable,
¿acaso no lo sabes?
los ricos también pillan las venéreas,
pero tu coño ya no entiende de barreras.

Y, cada vez más fría,
creyéndote la mejor diva,
pasa efímera tu vida.
Abre los ojos y despierta, nena,
cada día estás más muerta.

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