sábado, 13 de noviembre de 2010

A mi heroína cotidana

La verás, al fin,
caminando altiva
por las calles de Madrid.
Su mirada y su sonrisa
reflejan la victoria
de aquella que se siente
vencedora y no vencida.
Cuentan que su corazón de fuego
se fundió en acero,
pero lo que no entienden
es que aún siguió latiendo.

Perdiste batallas, mamá,
pero ganaste la más esencial,
la lucha contra ti misma,
el mejor galardón de toda tu vida.
Supiste bien sufrir y llorar a tiempo,
te despojaste de todo aquello
que tan sólo te servía de lamento.

Es realmene admirable
que, en tus peores momentos,
te pusieras a ti por delante,
con el único objeto de salvarte.
Ahora, los que más te queremos,
nos enorgullecemos
al seguir bajo tu calor.

¡Qué fuerte eres, mamá!
¡Cuánto te admiro!

Qué bien aprendiste las lecciones
de tus heroínas cotidianas;
siente tú también ese orgullo,
que los niños de tus ojos,
saben bien, su aprendizaje es tuyo.

Y siempre te me quejas:
"que nunca me regalas nada"
¿te parece poco, mamá?
Si todas las mañanas,
justo antes de abrir mis pestañas,
recuerdo quien soy
y te doy
mil GRACIAS.

PD: Llorarás tanto como yo
       cuando leas esto...
       Buena señal, estas lágrimas
       son el reflejo
       de que, por fin,
       se cumplen nuestros sueños.

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