sábado, 20 de noviembre de 2010

Otro modo de vivir

Suspendida en el aire
me hallo,
en deuda con la luna,
la mejor de mis musas;
quemada con el sol,
que me sustrae la ilusión;
reclusa de los besos que me robaron,
mis secretos pecados;
intimidada por una mirada
extrema, infinita, pasajera;
cautivada por los hechizos
de palabras que el viento se lleva,
obsesionada con en ese néctar,
que me trajeron las abejas;
hipnotizada por los encantos
de la madre naturaleza;
mártir de mi sonrisa eterna.

No hay mayor paraíso
que aquel que edifica mi musa,
aunque me encierre en esta celda
de poesía difusa.

Sumergida en este,
mi mundo de irrealidades,
fugitiva de un castillo encantado,
que me abstrae de las verdades.
Soy una presa de mis obligaciones,
soy libre de elegir mis pasiones
y sentimientos,
aunque, en ocasiones,
me supongan el tormento.
Me sobran las palabras,
cuando unos ojos me hablan,
me embriaga este calor,
pero hoy, sólo hoy,
quiero dármelo yo.
No voy a rechazar
ni sonrisas, ni miradas,
pero ahora,
sólo quiero estar sola,
con la almohada.
No quiero a nadie, robándome la paz,
quiero escucharme, sin importarme lo demás.
Fue un placer encontrarme de nuevo,
pero no alcanzo el nirvana si no me pierdo.

No hay mayor paraíso
que aquel que edifican mis musas,
aunque me encierre en esta celda
de poesías difusas.

No te asustes al encontrarme
en mi rincón solitario,
con los huesos escuálidos,
vomitando versos cálidos,
sobre los papeles pálidos.
Me disocio, hoy, de la vida terrenal,
me dirijo, hoy, a mi mundo espiritual,
es sólo otro modo de vivir,
volar y ser feliz,
dolor interior autoinflingido,
negligencia contra mí,
otro modo de sentir,
arañarme yo solita las entrañas,
¿te extraña?
es un modo de escribir,
hacerme daño
y que mi corazón de hielo
se derrita con el fuego,
aprendiendo a latir,
saberme viva.
Crucificarme,
desangrarme
y que me salga el mejor verso,
no morder, ni despreciar
a los que más quiero:
Me encierro.

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